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La Gastronomía de Puebla patrimonio de la humanidad

La Gastronomía de Puebla patrimonio de la humanidad

Sin duda la cocina poblana es la más reputada de todo México, particularmente por el mole poblano y por los chiles en nogada, ambos iconos de la gastronomía mexicana con numerosas recetas que no cabrían aquí. Son guisos nacidos en conventos de monjas: el mole durante la Colonia y el otro en honor al México independiente, según señala la tradición; por ello representa los colores de la bandera nacional: el verde del chile poblano, el blanco de la salsa de nuez y el rojo de los dientes de granada.

El estado de Puebla tiene tres regiones gastronómicas bien definidas: el centro, con la ciudad de Puebla, correspondiente al Altiplano del país; la Sierra Norte, con Zacatlán, Huauchinango y Cuetzalan; y la Mixteca poblana, con Izúcar de Matamoros, Acatlán y Tehuacán.

Antojitos:

Las chalupas poblanas, uno de nuestros más famosos antojitos, son relativamente pequeñas, hechas con una tortilla muy delgada y sólo se aderezan con salsa verde de tomate con cilantro o roja de jitomate con chipotle, unas hebras de carne de res y cebolla picada semifrita. El secreto de estas chalupas es que deben freírse con abundante manteca de cerdo, sin que doren, para que se mantengan suaves; incluso se les agrega un poco de manteca derretida dentro de la propia chalupa.

Las chanclas que se hacen con un panecito que se saca del horno antes de dorarse comienzan en el fogón, en un amplio caldero donde se coloca una cabeza de puerco en abundante agua para luego ungirla con dos variedades de chile, uno que otro jitomate, la cebolla e indispensables ajos asados y especias escogidas. Esto lleva todo el día de cocción y al anochecer, cuando abre sus puertas el negocio, ya se tienen preparados los aderezos de rigor para rellenar las chanclas, tan pálidas como los pambazos, con ruedas de cebolla cruda o desflemada y tajadas de aguacate.

Cemitas. No se trata de las suaves y dulces cemas defeñas, con sabor de anís, que son un prodigio al rellenarlas con natas de leche y un poco de azúcar. No. Las cemitas poblanas son un pan más alto y rígido, también redondo pero no dulce, hechas con harina fuerte no extrarefinada y el sabor del contenido es textualmente inconcebible en tanto no se deguste el equilibrio intenso que logran sus variados ingredientes, a saber: pata de res cocida y picada, unas hojas de pápaloquelite, aguacate, cebolla, una rebanada de queso fresco, chipotles en escabeche casero, ligeramente dulce por el piloncillo, y una buena rociada de aceite de oliva. Quien de veras sea un apasionado de la comida, no puede seguir sin probarlas. También se hacen en Puebla cemitas de queso de puerco, de pierna, de carnitas, de jamón y de otros “sabores”, pero las clásicas son las de pata (aunque originalmente, hace décadas, eran vegetarianas).

Guajolotes: Son unos pambazos rellenos con una enchilada.

En Huauchinango son toda una especialidad los taquitos miniatura: cada orden individual tiene alrededor de una docena en un solo plato; son dorados y bañados con salsa y crema. También hay otros antojitos de tamaño minúsculo.

Acostumbran comer en Puebla, además de los tamales del clásico mole poblano, tamales de ayocote, ese frijol muy grande morado o café; cuecen y muelen el frijol y le agregan hoja santa, moldean y envuelven los tamales en hoja de mazorca, sin masa de maíz. También hacen tamales pulacles, de masa con calabacitas, frijol y ajonjolí. Asimismo elaboran tamales blancos de masa con manteca y sal, gruesos y aplanados a fin de sopear con ellos el mole.

En Huejotzingo hacen tamales de masa con queso fresco y epazote; también los componen de haba molida con venas de chile y una hoja de aguacate.

Parecidos a los tamales de las pulquerías del Distrito Federal, en Cholula se hacen tamales sin masa de vísceras de pollo guisadas con hierbabuena y chiles serranos.

En la Sierra Norte hacen tamales de frijoles y tequelite, de guías de calabaza, de bola con carne de puerco y quintoniles, de epazote, de mora, de frijol y blanquillos, tamales rodados, tamales canastles y tamales miminques.

Además, entre los antojitos cabría agregar a los tlayoyos de maíz y alberjón, los bocoles rellenos de chileajo y las tlatlapas de frijol amarillo y  chipotle.

Platillos:

chilenogada

Foto: Rafael G. Córdova

Chiles en nogada. Se escogen en el mercado los chiles poblanos tratando de que sean picosos, pues uno de los principales atractivos de los chiles en nogada es el contraste de lo picante y lo salado con lo dulce. Los injertos que ahora proliferan parecen morrones que no pican ni por asomo; el indicador del picor es que sean los más pequeños, que estén bien maduros –incluso rojeando– y que provengan de tierras calientes. El relleno que no esté muy dulce, para que no parezca postre; claro que lleva sus frutas frescas y secas, además de la biznaga cristalizada que conocemos como acitrón, pero todo con moderación a fin de que no resulte empalagoso. La carne del relleno es picadillo, no molidillo, así que hay que trabajar: se pica pequeñita con un cuchillo filoso, nada de molerla pues se desjuga, y con la mitad de puerco y mitad de res. El capeado delgadito, pues no se trata de engordar el chile con un grueso rebozado; hoy ya es tan frecuente hacer los chiles con capeado como sin él (como el platillo es mestizo, podemos indistintamente referirnos a la capa española como al rebozo indígena). Y la nogada, como la palabra proviene de la nuez y no de la crema, nada de falsificarla rebajándola con ese lácteo; y ya que estamos esmerándonos en hacer un buen platillo a la altura de las fiestas patrias, el licor de la nogada que sea bueno, preferentemente un jerez amontillado. Al verde del chile -que para que se vea, no se tapa por completo con la nogada- y al blanco de esta última, se agregan los brillantes dientes rojos de una granada. La tradición dice que unas monjas poblanas inventaron este platillo en honor a Iturbide, incluyendo en él los colores del pabellón nacional.

Mole de cadera. Es de Tehuacán, donde constituye un ritual religioso la matanza de los chivos año con año, precisamente para hacer este mole. Se hace con cuatro chiles diferentes: guajillo, costeño, serrano y cuicateco. Lleva tomate y jitomate, ajo, cebolla y huajes. El sazón lo dan el cilantro y las hojas de agaucate.

También preparan en Puebla caldo de habas con yerbabuena, el consome de Atlixco con quesillo, la sopa de garbanzo seco, el epataxtli en adobo, el ayamole de calabaza, el mole de olla, la tinga poblana, el mole verde de acuyo, las albóndigas enchipotladas, el cuete mechado y el pipián verde.

Postres:

Los dulces de Puebla no son menos famosos que sus guisados. Van desde los populares camotes con sabores de frutas, hasta jamoncillos de leche, borrachitos, arroz con leche, flanes, natillas, panochitas, torrejas, limones rellenos de coco y lágrimas de obispo.

dulces

Foto: Sectur Puebla

Bebidas:

El rompope poblano es de gran prestigio y asimismo se atribuye su creación a los conventos de monjas durante la época de la Colonia.

En la Mixteca poblana hacen un atolillo de res. Otro es el xole de TeziutIán, y del cercano Tlapacoyan, Veracruz, hecho con maíz y cacao, que es equivalente al posol  tabasqueño y chiapaneco.

Productos:

Mole poblano. Su demanda en pasta a granel o enlatado o en frascos es muy grande en toda la república, para guisarlo en casa.

Camotes. Probablemente es el dulce más popular del estado.

Rompope. El rompope poblano se distribuye en todo el país, con varias marcas prestigiadas.

Rutas:

En el centro del estado debe visitarse la capital, Puebla, con su atractiva arquitectura virreinal que motivó la declaratoria de la UNESCO a su favor como patrimonio cultural de la humanidad. Asimismo Atlixco (a 30 kms).

Otra ruta es la de la Sierra Norte, donde es importante visitar Huauchinango, luego Zacatlán de las Manzanas (a 59 kms), después Cuetzalan (a 140 kms) y finalmente Teziutlán (a 101 kms). Todos son poblados muy atractivos, destacando el notable Cuetzalan con intereses coloniales y arqueológicos.

De la Mixteca poblana, es Tehuacán el lugar obligado, con sus famosas aguas termales (a 115 kms de la ciudad de Puebla).

Hay que ir al Mercado Carranza en la capital poblana para comer cemitas, o al de Cholula (donde incluso hay un puesto de primera que usa aceite de oliva importado extra virgen, lo que hace una gran diferencia en el sabor final de este manjar).

En la misma Puebla, es obligado comer chalupitas en el Parque de San Francisco.

RECETA:

La señorita poblana María Isla cedió su recetario personal a la Casa de la Misericordia Cristiana de Puebla, en 1911, y publicado entonces, contiene esta delicia:

Consomé

Se pone en una cacerola con mantequilla, un hueso con bastante tuétano, zanahorias, nabo, ajo, una cebolla, un pedazo de ternera y otro de jamón. Se pone a la lumbre a freír; ya que está dorado, se le va mezclando caldo del puchero, poco a poco para que se consuma; así que se le haya puesto como tres veces, se llena la cacerola del mismo caldo y se deja hervir bien hasta que suelten los huesos. Después se cuela y se sirve.

Educación de los sentimientos

Educación de los sentimientos

EDUCAR es comunicar conocimientos y promover actitudes. Lo primero significa que en toda educación hay una cierta cantidad de enseñanza que se acumula, que se va sumando poco a poco y hace que se vaya conociendo paulatinamente ese algo concreto. Después viene una tarea importantísima: ¿cómo actuar frente a todo ese caudal de conocimientos adquiridos? Son dos etapas sucesivas, pero complementarias.

 

Educar es convertir a alguien en persona más libre e independiente, con más criterio. Ser individuo capaz de pilotar la propia vida con arreglo a unas normas humanísticas. Por eso toda educación positiva humaniza y libera al hombre, llenándolo de amor.

Hay que distinguir por tanto dos facetas en este terreno; por un lado la información y por otro, la formación. Mientras el primero consiste tan solo en la suma de una serie de datos, observaciones y manifestaciones específicas, el segundo va más allá. Trata de ofrecer unas pautas de conducta de acuerdo con una cierta orientación humana, se preocupa que a todo ese saber se le saque el mejor partido, favoreciendo la construcción de un hombre más maduro, más hecho, con más solidez… más humano y más dueño de sí mismo.

Muchos libros sobre educación sexual no son tales, ya que sólo cubren la parcela informativa, pretendiendo ser asépticos en la vertiente formativa. Algo parecido puede suceder cuando ésta se imparte de modo colectivo y termina siendo una especie de clase de anatomía y fisiología a la vez, en donde se relata como se realizan las relaciones sexuales, las distintas técnicas y estilos que existen, pero no hay un fondo moral o ético adecuado. Porque no hay educación sexual neutra.

Es imposible. Es una pieza de museo pedagógica, imposible en su esencia. Habrá unas educaciones más cargadas de orientaciones y otras más ligeras. Unas en la línea de la liberación sexual o apuntando hacia el marxismo, hacia las corrientes del psicoanálisis de Freud o siguiendo las directrices de Jung o de Adler o del conductismo o inspiradas en el humanismo cristiano… pero vacías de criterio no es posible que se den, ya que a eso se le llamaría clase de anatomía o de fisiología o de ginecología, pero en ningún caso educación sexual. Ahí está el matiz diferencial.

Educar es instruir, formar, guiar, sacarlo mejor que hay dentro de una persona; irla puliendo y limando para hacerla más dueña de sí misma. Es provechoso repasar las etimologías. Esta palabra procede de dos derivaciones latinas: e-du-care, que significa ir conduciendo de un sitio a otro; y e-ducere, que quiere decir extraer, sacar hacia fuera loque hay dentro. Una y otra apuntan en la misma dirección.

parejas luis lozano

Educar es aquella operación que se lleva a cabo con alguien y que tiende a la realización más completa de la persona. Esto se produce mediante un progreso gradual y ascendente. Toda educación del tipo que sea necesita tiempo. O dicho de otro modo; es necesari que vaya asimilando paulatinamente todo lo que de palabra y obra ha ido llegando hasta él. Acumulación de contenidos intelectuales, afectivos y técnicos que se aprietan en una síntesis que debe ser realizada por el educador.

Resumiendo: educar es promover el desarrollo de una persona para que alcance un cierto nivel de conocimientos teóricos, que le lleven poco a poco a una actitud práctica que le conduzca a su mayor bien posible. Vemos que consta ésta de una dimensión teórica y de otra práctica . Toda educación es como una labor de orfebrería: labrar a golpe de martillo y de cincel, para sacar del material  con que se cuenta lo mejor.

La educación debe estar presente a todo lo largo de la vida; pero la educación integral tiene su punto de partida en la infancia y en la adolescencia.

¿Cuáles son los principales elementos de la educación?: podemos resumirlos así: el primer lugar el tema específico de que se trate (hay educación física, psicológica, artística, para el tenis, el golf, el inglés, las artes marciales y un larguísimo etcétera); después está la figura del educador que tendrá una enorme trascendencia, la motivación que se ponga en juego, el amor con que se enseñe esa materia y la disciplina que será necesaria para que ésta se vaya consolidando y no sea flor de un día. Enseguida entraremos en cada uno de ellos.

La educación sexual consiste en la consecución de un conocimiento adecuado de lo que es la sexualidad, que va desde su desarrollo hasta la culminación del encuentro físico entre un hombre y una mujer, que apunta hacia la madurez psicológica y la plenitud de la persona, en el marco de lo que debe ser la dignidad humana. Ese conocimiento no descuida ningún aspecto del hombre: va de la anatomía al plano físico, de los aspectos psicológicos a los sociales y culturales, pasando por el terreno espiritual y el entorno en donde ésta se desarrolla o las etapas evolutivas que ésta va a tener. Educación plena, completa, integral. Allí quedan convocados todos sus ingredientes.

La gran tarea del educador es proponer unos fines concretos, haciéndolos sugerentes y atractivos, aunque en un principio sean costosos y se presenten como una cuesta empinada. Todo lo grande del hombre, es hijo del esfuerzo y la renuncia.

El éxito de la educación consiste en proporcionar un conocimiento equilibrado de uno mismo y de la realidad, promoviendo una adecuada jerarquía de valores. La educación sexual fracasa cuando sólo es información técnica y cuando hay un claro desajuste o una falta de armonía en lo que se enseña. No hay verdadero progreso humano si éste no se realiza con un fondo moral.

Por tanto, una buena educación de la sexualidad se dirige a conocer y disponer adecuadamente de la propia vida sexual, siendo capaz de pilotarla hacia el mejor desarrollo personal. Su meta es la integración de estas tendencias en una personalidad cada vez más madura, de modo que todos los impulsos sexuales se encaucen de forma ordenada y enriquecedora.

A los niños hay que iniciarlos a medida que avanza su edad. Son explicaciones sencillas y conformes a su psicología, pero sin falsear la verdad. Sabiendo servirla como algo normal, natural, positivo.

 

parejas luis lozano

Fuente:

Periódico la Tribuna

Página Web:

http://ieip.es/wp-content/uploads/2016/09/educacion-de-los-sentimientos.pdf

 

Un cuento de Navidad | Charles Dickens

Un cuento de Navidad | Charles Dickens

Canción de Navidad, Cuento de Navidad o El cántico de Navidad, cuyo título original en inglés es A Christmas Carol, es una novela corta escrita por el británico Charles Dickens y publicada originalmente por Chapman & Hall el 19 de diciembre de 1843.​ Cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge y su transformación tras ser visitado por una serie de fantasmas en Nochebuena. La novela consiguió un inmediato éxito y el aplauso de la crítica.

El libro fue escrito y publicado durante la época victoriana, un tiempo en el que existía una gran nostalgia por las viejas tradiciones navideñas unida a la introducción de nuevas costumbres como los árboles de Navidad o las tarjetas de felicitación. Las inspiraciones de Dickens para escribir la novela parecen ser muchas y variadas, pero las principales son las tristes y humillantes experiencias de su infancia, su simpatía por los pobres, y varios relatos navideños y cuentos de hadas.

La novela ha sido vista por la crítica como una condena del capitalismo industrial del siglo XIX.​ También se ha considerado que contribuyó a la restauración de la Navidad como una época de celebración y festividad en el Reino Unido y Estados Unidos tras un periodo más sobrio y sombrío. El libro sigue siendo popular, ya que nunca ha dejado de publicarse y ha sido adaptado en numerosas ocasiones al cine, al teatro, la televisión y otros medios.

A mediados del siglo XIX, un interés nostálgico por las antiguas tradiciones navideñas recorrió la Inglaterra victoriana tras la publicación de tres influyentes obras: Some Ancient Christmas Carols (1822), de Davies Gilbert; The Book of Christmas (1837), de Thomas Kibble Hervey; y Selection of Christmas Carols, Ancient and Modern (1833), de William Sandys. Este interés fue estimulado también por el príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, que era de origen alemán y popularizó el árbol de Navidad alemán tras su matrimonio en 1841, la primera tarjeta navideña en 1843 y un resurgimiento del canto de villancicos (carols). ​ El estudio de las tradiciones navideñas por parte de Hervey atribuyó su olvido a los desfavorables cambios sociales y a la urbanización (crecimiento de las ciudades) en Inglaterra.

La novela de Dickens fue una de las principales influencias en el resurgimiento de las viejas tradiciones navideñas en Inglaterra, pero a la vez que transmite imágenes y sentimientos de optimismo, alegría, calidez y vida, también transmite elementos de oscuridad, desesperanza, frialdad, tristeza y muerte. El propio protagonista, Scrooge, es la personificación del invierno y, al igual que el invierno es sucedido por la primavera y el resurgimiento de la vida, el corazón duro, frío y triste de Scrooge es restaurado a la alegría y la buena voluntad que conoció en su infancia y juventud.

El amor explicado desde un punto de vista científico

El amor explicado desde un punto de vista científico

La ciencia es la mejor manera de entender un fenómeno tan complejo como el misterio del amor.

Se han escrito incontables tratados, poemarios, ensayos, novelas y hasta chistes sobre el amor, pero, a pesar de ser uno de los sentimientos más comunes y populares en el imaginario colectivo, para la gran mayoría de la población el amor sigue siendo un misterio.

Afortunadamente la ciencia lleva años dedicada a intentar explicar la ciencia del amor, es decir, las reacciones químicas que se viven en nuestro cuerpo (que incluso se asemejan a un cóctel de psicotrópicos), concretamente en nuestro cerebro, cuando nos enamoramos, creando sentimientos que se exteriorizan como euforia y placer. Si bien este punto de vista es menos emotivo y cursi que una novela de Paulo Coelho, es mucho más certero y puntual a la hora de profundizar en la explicación detrás del fenómeno amoroso.

La mejor forma de abordar el tema es explicarlo tomando como base las distintas etapas de una relación amorosa arquetípica.

La atracción

Recuerda la primera ocasión que te enamoraste. Es casi seguro que, en ese entonces, sentías un vuelco en tu cabeza cuando tu objeto amatorio se acercaba a ti, y te sentías muy bien cuando veías a la persona que te traía loco, anhelando volver a encontrarla a la brevedad. Esos sentimientos de bienestar se deben a la dopamina, una hormona que te hace sentir bien, aumenta tu frecuencia y presión cardíaca, que mejora tu humor por ser un neurotransmisor asociado con la euforia, que también se libera (en distintas cantidades) con el juego y la adicción a las drogas. En cuanto tu cerebro se da cuenta que se siente bien con la dopamina te exigirá más, por eso te dará una cantidad de la hormona cada que pienses en tu objeto amatorio, y permitirá que tengas una obsesión (que varía de persona a persona) por él. La dopamina es comúnmente llamada “el centro del placer”, ya que regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o nos hacen sentir bien.

El cortejo

Cuando por fin te decides a invitar a tu probable pareja a salir por primera vez, es casi un hecho que te comportarás un poco más torpemente, estarás nervioso, sentirás que tu corazón late más rápido y tus manos sudarán más. Eso se debe a que, como si se tratará de una cacería, el cerebro se da cuenta de que está viviendo un momento importante, por eso libera dos sustancias: adrenalina y norepinefrina, que te hará sentir que estás viviendo un momento de tensión, un momento emocionante. Por eso, cuando lo recuerdes, podrías sentir que fue un momento clave en tu vida. Por cierto, la norepinefrina es la sustancia que nos hace sentir enamorados y obsesionados, es, en pocas palabras, la verdadera causante de las “mariposas en el estomago”.

Enamorado

Las mujeres, para sentirse enamoradas, tienen que activar partes de su cerebro relacionadas con la memoria. Por eso, ellas tardan más en enamorarse, porque necesitan más interacción con la otra persona y generar más recuerdos. Por el contrario, los hombres activan zonas del cerebro que responden a los estímulos visuales. Por eso, para nosotros el aspecto físico de la pareja es clave para lograr liberar las sustancia y, por tanto, es más fácil que nos enamoremos.

Si todo ha salido bien, ya eres un adicto, un adicto al amor. El cerebro quiere que lo sigas alimentando con las sustancias que lo hacen sentir bien, por eso, sin que sepas que eres un adicto, buscarás estar cerca de tu objeto amatorio en todo momento, y verás sus caricias y atención como una recompensa que te hace sentir pleno. En este momento no existe una diferencia científica, solo en cuestión de intensidad, entre tú y un adicto a la cocaína. El grado de adicción a la pareja es tan grande que, de acuerdo con las mediciones de la reconocida científica Helen Fisher, es más grande que el impulso sexual natural.

Los científicos creen que todas estás reacciones se desarrollaron como parte del proceso evolutivo, y tienen como fin ayudarnos a criar en pareja a nuestros hijos. Con el paso del tiempo, sobre todo cuando ya vives con tu pareja, la costumbre hará que el cerebro deje de arrojar las sustancias adictivas, pero para entonces, en el mejor de los casos, ya tendrás otros sanos vínculos para estar feliz con tu pareja.