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¿Cómo enseñar a tu hijo a ser buena persona?

¿Cómo enseñar a tu hijo a ser buena persona?

Enseñar a ser buena persona es apostar por sembrar valores positivos que contribuyan al desarrollo de los niños de una forma amena y eficaz.

 

La lección más importante que darás a tu hijo para su vida es la de los valores y la integridad. Además de enseñarle a ser responsable y estudioso, tu deber más grande es el de llevarlo ser buena persona. Hoy, más que nunca, el mundo necesita de seres humanos buenos que propicien un entorno mejor.

Tus hijos tienen el potencial de hacer que el mundo sea un lugar más agradable y te necesitan para lograrlo. Acompáñalos y guíalos para que actúen de la forma correcta y mantengan su vida bajo control.

Cámbiate a ti mismo

Si hay algo en el comportamiento de tus hijos que quieres mejorar empieza por cambiar tú misma y dar el ejemplo.

Si te desesperas o irritas con facilidad es muy difícil pedirles a los niños que sean pacientes y calmados. Para lograr una actitud positiva en tus hijos, hay que mejorar la propia.

Enséñales la importancia del ejercicio

La salud tiene una relación muy estrecha con el estado de ánimo, por eso es tan importante cuidarla.

Una vida sedentaria lleva a las personas a tener problemas físicos y emocionales. Cada célula del cuerpo necesita oxígeno y la manera de obtenerlo es mediante el ejercicio.

Por otra parte, el ejercicio es importante para mantenernos con energía y buen humor. En este sentido, el deporte o el simple hecho de caminar al aire libre durante 30 minutos, como mínimo, permite la liberación de toxinas y tensiones.

Motívalos a encontrar algo que les interese

Además de las asignaturas de la escuela, invita a tus hijos a participar en una actividad extra curricular. Por supuesto, no debes llenar su agenda de actividades. Los extremos son perjudiciales. No obstante, una actividad extra curricular puede ser beneficiosa para que su mente se despeje.

Las artes, los deportes y la ciencia pueden ayudarles a desarrollar diversas habilidades para la vida.

Permítele a tus hijos probar diferentes pasatiempos e identifica cuáles son los que realmente le apasionan. Una actividad que se disfrute ayuda a forjar la disciplina y a tener mejor salud mental.

Demuéstrales la importancia de cooperar

Las actividades en las que los niños comparten tanto con sus pares y como con personas mayores, les enseñan a convivir y a entender la importancia de ser solidarios, proactivos y buenos.

Mediante la socialización y el desarrollo de la independencia se volverán personas más tolerantes y aprenderán a respetar las diferencias. Otro aspecto que se desarrollará en los niños, es la capacidad de valorar y disfrutar el trabajo en equipo.

Enséñales a decir siempre “por favor” y “gracias”

Desde los primeros años de vida, los niños deben aprender la importancia de estas expresiones de gratitud y valoración. La capacidad de reconocer al otro como igual, le ayudará a ser buena persona, a practicar la empatía.

Además de estas palabras básicas, enséñale a tus hijos otras fórmulas de cortesía honesta que le ayudarán a desenvolverse mejor en sociedad y a sentirse mejor consigo mismos.

Ayúdales a establecer relaciones sociales saludables

Una forma de que tu hijo sea inteligente, seguro de sí mismo y tolerante es permitirle socializar con frecuencia. En casa debes ser modelo del tipo de relaciones interpersonales que quieres que tu hijo tenga.

Deja que empiece a construir lazos sociales con otras personas e indícale qué cosas puede mejorar cuando lo hace. De nada servirá que lo aísles para protegerlo de los problemas de las interacciones. Al contrario, debes darle las herramientas para socializar asertivamente.

Enfatiza sobre la importancia de la higiene y el cuidado personal

El punto de partida para ser buena persona es aprender a cuidarse de sí mismo. Esto implica cuidar de la salud, visitar al médico cuando sea necesario y mantenerse limpio.

Desde la primera etapa de la infancia de tus hijos, indícales que deben poner en práctica medidas básicas de higiene personal. Empieza por enseñarles a lavarse las manos y cepillarse los dientes. Luego puedes introducir hábitos más complejos.

Incúlcales amor por la naturaleza

Con la crisis ambiental del planeta es esencial que los niños tengan un estilo de vida amigable con la naturaleza. Motívalos a reciclar, a ser conscientes del cuidado del agua y interactuar saludablemente con el entorno. Demuéstrales que pueden ser parte del cambio que necesita la humanidad.

ser buena persona

Ayúdalos a tener conexiones reales

Con la invasión de la tecnología en la vida diaria es difícil no dejar de lado el contacto humano. Día a día recuérdales la importancia de dar y recibir afecto físico, de valorar al otro como individuo.

Ser buena persona es un proceso formativo que exige dedicación por parte de los padres. Sin embargo, todo esfuerzo valdrá la pena cuando veas que tus hijos hacen mejor su entorno.

El mundo necesita personas bien educadas académica y éticamente para mejorar la convivencia y hacer del mundo un lugar más habitable.

¿Por qué la comida mexicana es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?

¿Por qué la comida mexicana es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?

Desde 2010, la comida mexicana es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Esto quiere decir que la Unesco, por sus siglas en inglés, se compromete a proteger y preservar las tradiciones culinarias de México para la posteridad. Este mismo título se le ha otorgado a fiestas religiosas, artes escénicas, danzas, artesanías y lenguas alrededor del mundo.

¿Cómo fue que la gastronomía de México se unió a esta lista? ¿Por qué la comida mexicana es Patrimonio de la Humanidad? Hay más de un respuesta a estas preguntas:

Por lo antiguo de sus raíces. Ingredientes como el maíz, el chile y el frijol son herencia milenaria de nuestros antepasados. Estos elementos han sobrevivido al mestizaje cultural y al paso del tiempo, lo cual los convierte en tesoros históricos, dignos de ser preservados.

Lo mismo aplica para técnicas de la cocina mexicana como el uso del comal, el metate y las ollas de barro.

Por su papel como elemento de identidad. La comida mexicana es como los mexicanos: colorida, extravagante, alegre y muy creativa. Además, los ingredientes base son originarios de esta misma tierra y forman una parte fundamental de nuestro esquema de nutrición.

Por su diversidad. Cuando hablamos de la gastronomía de México, en realidad nos referimos a un gran colectivo de tradiciones culinarias tan variadas como las cocinas poblana, yucateca, oaxaqueña, etc. Aunque los ingredientes son parecidos, el espectro de sabores y combinaciones es muy amplio y cada región tiene algo que aportar.

Por los métodos de cultivo. Sistemas como el de las milpas y las chinampas, que aún se utilizan, son formas antiguas y creativas de cultivar, exclusivas de esta tierra.

Por sus combinaciones exóticas. Solo en México utilizamos el chocolate para elaborar una salsa picosa, como ocurre con el mole. Combinaciones como esa e ingredientes poco convencionales como el huitlacoche y una gran variedad de insectos le dan el toque exótico a la comida mexicana.

Por sus bebidas. Por si fuera poco, México cuenta con un extenso catálogo de bebidas artesanales como el tepache, el pulque, el tequila, el mezcal y el pozol. Todas están elaboradas a partir de ingredientes nativos y tienen sabores únicos que no se encuentran en ningún otro lado.

Estas son solo algunas de las razones por las que la comida mexicana fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aunque, claro, los mexicanos no necesitamos de tantas explicaciones, de todos modos siempre estamos presumiendo nuestra gastronomía.

El amor explicado desde un punto de vista científico

El amor explicado desde un punto de vista científico

La ciencia es la mejor manera de entender un fenómeno tan complejo como el misterio del amor.

Se han escrito incontables tratados, poemarios, ensayos, novelas y hasta chistes sobre el amor, pero, a pesar de ser uno de los sentimientos más comunes y populares en el imaginario colectivo, para la gran mayoría de la población el amor sigue siendo un misterio.

Afortunadamente la ciencia lleva años dedicada a intentar explicar la ciencia del amor, es decir, las reacciones químicas que se viven en nuestro cuerpo (que incluso se asemejan a un cóctel de psicotrópicos), concretamente en nuestro cerebro, cuando nos enamoramos, creando sentimientos que se exteriorizan como euforia y placer. Si bien este punto de vista es menos emotivo y cursi que una novela de Paulo Coelho, es mucho más certero y puntual a la hora de profundizar en la explicación detrás del fenómeno amoroso.

La mejor forma de abordar el tema es explicarlo tomando como base las distintas etapas de una relación amorosa arquetípica.

La atracción

Recuerda la primera ocasión que te enamoraste. Es casi seguro que, en ese entonces, sentías un vuelco en tu cabeza cuando tu objeto amatorio se acercaba a ti, y te sentías muy bien cuando veías a la persona que te traía loco, anhelando volver a encontrarla a la brevedad. Esos sentimientos de bienestar se deben a la dopamina, una hormona que te hace sentir bien, aumenta tu frecuencia y presión cardíaca, que mejora tu humor por ser un neurotransmisor asociado con la euforia, que también se libera (en distintas cantidades) con el juego y la adicción a las drogas. En cuanto tu cerebro se da cuenta que se siente bien con la dopamina te exigirá más, por eso te dará una cantidad de la hormona cada que pienses en tu objeto amatorio, y permitirá que tengas una obsesión (que varía de persona a persona) por él. La dopamina es comúnmente llamada “el centro del placer”, ya que regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o nos hacen sentir bien.

El cortejo

Cuando por fin te decides a invitar a tu probable pareja a salir por primera vez, es casi un hecho que te comportarás un poco más torpemente, estarás nervioso, sentirás que tu corazón late más rápido y tus manos sudarán más. Eso se debe a que, como si se tratará de una cacería, el cerebro se da cuenta de que está viviendo un momento importante, por eso libera dos sustancias: adrenalina y norepinefrina, que te hará sentir que estás viviendo un momento de tensión, un momento emocionante. Por eso, cuando lo recuerdes, podrías sentir que fue un momento clave en tu vida. Por cierto, la norepinefrina es la sustancia que nos hace sentir enamorados y obsesionados, es, en pocas palabras, la verdadera causante de las “mariposas en el estomago”.

Enamorado

Las mujeres, para sentirse enamoradas, tienen que activar partes de su cerebro relacionadas con la memoria. Por eso, ellas tardan más en enamorarse, porque necesitan más interacción con la otra persona y generar más recuerdos. Por el contrario, los hombres activan zonas del cerebro que responden a los estímulos visuales. Por eso, para nosotros el aspecto físico de la pareja es clave para lograr liberar las sustancia y, por tanto, es más fácil que nos enamoremos.

Si todo ha salido bien, ya eres un adicto, un adicto al amor. El cerebro quiere que lo sigas alimentando con las sustancias que lo hacen sentir bien, por eso, sin que sepas que eres un adicto, buscarás estar cerca de tu objeto amatorio en todo momento, y verás sus caricias y atención como una recompensa que te hace sentir pleno. En este momento no existe una diferencia científica, solo en cuestión de intensidad, entre tú y un adicto a la cocaína. El grado de adicción a la pareja es tan grande que, de acuerdo con las mediciones de la reconocida científica Helen Fisher, es más grande que el impulso sexual natural.

Los científicos creen que todas estás reacciones se desarrollaron como parte del proceso evolutivo, y tienen como fin ayudarnos a criar en pareja a nuestros hijos. Con el paso del tiempo, sobre todo cuando ya vives con tu pareja, la costumbre hará que el cerebro deje de arrojar las sustancias adictivas, pero para entonces, en el mejor de los casos, ya tendrás otros sanos vínculos para estar feliz con tu pareja.

Lorenzo Servitje | Creo en Dios, la vida y el matrimonio

Lorenzo Servitje | Creo en Dios, la vida y el matrimonio

Nieto de campesinos catalanes e hijo de inmigrantes, Lorenzo vino al mundo en la Ciudad de México en 1918. Fue cocinero antes que fraile, pues comenzó a trabajar muy pronto, a los 16 años, en la pastelería que su padre abrió en la capital mexicana.

Lorenzo Servitje murió el pasado 3 de febrero del 2017, a los 98 años, y lo hizo dejando un imperio empresarial, Bimbo, con el que dio trabajo a decenas de miles de personas en todo el mundo gracias a las 170 plantas presentes en 22 países de América, Asia y Europa.

Nieto de campesinos catalanes e hijo de un matrimonio de inmigrantes, Josefina Sendra y Juan Servitje, Lorenzo vino al mundo en la Ciudad de México en 1918.

Fue cocinero antes que fraile, pues comenzó a trabajar muy pronto, a los 16 años, en la pastelería ‘El Molino’ que su padre abrió en la capital mexicana. En 1945 se lanzó a la aventura y fundó junto a varios socios “Panificación Bimbo”, empresa dedicada a la fabricación de pan de molde.

Siete décadas después su indiscutible talento como empresario ha hecho posible que sus herederos se vayan a repartir una fortuna valorada en 4.200 millones de dólares. Hasta ahí el aspecto material.

En lo familiar dejó ocho hijos, 24 nietos y 48 bisnietos y un testamento que será recordado como el de un hombre que pasó por la vida siendo algo más que un empresario de éxito. Bajo el título de “En esto creo”, Lorenzo Servitje se despide así de la vida:

“Creo en Dios y en Jesucristo y en sus designios sobre mí y en la realidad del acontecimiento que le ha dado a mi vida sentido y trascendencia así como esperanza y felicidad.

Creo en el reconocimiento y el respeto que se deben a la eminente dignidad como persona que tienen todos los seres humanos.

Creo ser tradicional en muchos aspectos y de vanguardia en muchos otros.

Creo en la vida, el amor de los esposos y en el valor del matrimonio tanto para los hijos como para el resto de mis seres queridos y la sociedad en general, con todo lo que implica de comprensión y entrega.

Creo en el valor de los amigos y de saber que soy escuchado, que cuento con ellos y que necesito de esa amistad que hace más sólida y placentera la vida.

Creo que hay que procurar el bien de quienes trabajan con nosotros y en general con quienes convivimos: vecinos, compañeros en las organizaciones a las que pertenecemos y nuestros conciudadanos.

Creo en la economía de mercado, en la empresa que debe ser no sólo altamente productiva sino también plenamente humana y en el importante papel que tiene en la creación de riqueza, el crecimiento económico y el empleo.

Creo que debemos pugnar por nuestro desarrollo y crecimiento personal continuo con la convicción de quien no avanza retrocede.

Creo en el valor de una vida sencilla y en necesitar pocas cosas.

Creo que todos habemos de tener una tarea o misión que nos apasione y que reclame nuestra entrega por entero.

Creo en la democracia como la mejor forma de organización política de la sociedad y en la necesidad de fortalecerla.

Creo que hay que ser amable y en lo posible sonreír, tener alegría y buen humor.

Creo que no hay que perder nunca la calma ni la serenidad y que es posible en la mayoría de los casos resolver los problemas con ecuanimidad.

Creo, que en general hemos de procurar no hacer grandes disertaciones al hablar, ya que lo bueno breve es mejor.

Creo en el desarrollo del carácter y de la fuerza de voluntad, de ser puntual, de aprovechar el tiempo, del ahorro, de la cortesía, la dedicación al trabajo y adquirir otras buenas costumbres.

Creo en el valor de la cultura y en apreciar lo verdadero y lo bueno y también la belleza en todas sus manifestaciones, como la poesía, la danza y la música.

“Creo que hay que tener una actitud positiva y optimista ante la vida y saberse despedir de ella y que no debemos dar demasiada importancia a nuestros problemas y defectos”

Creo en el respeto y la admiración del universo, de la naturaleza, el sol y las estrellas, los bosques, las selvas, las playas y los mares, las montañas, las nieves, las mañanas, los atardeceres, los animales y las flores.

Creo en la necesidad de tener participación social activa y comprometida y ocuparme no sólo de mis intereses personales sino también de los asuntos públicos y de la política.

Creo en un gobierno que logre la seguridad del país, la eficacia de la justicia, el crecimiento económico y el empleo, la educación de calidad y también la erradicación de la miseria y la reducción de la pobreza y la desigualdad social.

Creo en la posibilidad de conciliar los opuestos y que en su relación el mayor y menor, el primero debe hacer sólo lo necesario y el segundo lo más posible.

Creo, finalmente, que hay que tener una actitud positiva y optimista ante la vida y saberse despedir de ella y que no debemos dar demasiada importancia a nuestros problemas y defectos”.

¿Cómo se puede saber si una relación es sana?

¿Cómo se puede saber si una relación es sana?

Muchas veces, las relaciones de pareja fracasan porque el amor que hay en ellas no es sano. Es lo que se conoce como relaciones tóxicas. Estas suelen llevar al sufrimiento, como explica la psicóloga experta en conflictos de pareja Silvia Congost en su nuevo libro «Si duele, no es amor» (Zenith, 2017). Con esta obra, su principal objetivo es eliminar la creencia de que el amor y el sufrimiento van unidos: «Estamos muy educados para unir una cosa con la otra y es un gran error. Cuando el amor es sano, no se sufre», sentencia.

Sin embargo, Congost explica que no hay que confundir este sufrimiento con las típicas discusiones que se suelen dar en las parejas, pues, a su juicio, estas son normales e incluso necesarias. «Las parejas que dicen que no han discutido nunca en no sé cuántos años es porque uno de los dos está tragando y no expresa las cosas y el día que las expresa se acaba de repente», cuenta. Precisamente la comunicación es uno de los aspectos fundamentales que, considera esta autora, llevan a una relación buena: «Es básica porque si no entendemos al otro, lo que le pasa, difícilmente podremos ir adaptándonos el uno al otro».

Pero la comunicación, aunque es importante, no lo es todo. Hay otros aspectos que se deben potenciar para que la relación sea sana y duradera. «La bondad, la compasión y el deseo de compartir, de proyectar juntos, de incluir al otro en nuestros planes», asegura Congost como puntos clave que deben estar presentes en toda relación. La elección de la persona correcta es otra de las cosas básicas para que funcione, y de las más complicadas. «Hay que saber qué estas buscando en la otra persona y elegir a la persona correcta, no quedarte con nadie que no encaje con esos mínimos que estás buscando».

A su juicio es más habitual de lo que se cree escoger a una persona aun sabiendo que no es la correcta. El motivo, el pánico a la soledad: «El miedo a la soledad va unido a la baja autoestima. Si te sientes inseguro, sientes que no eres válido, interesante o guapo, lo que sea, tendrás miedo a no encontrar a nadie que vea eso, porque si nosotros somos los primeros que no lo vemos, creemos que no lo verá nadie más. Entonces inconscientemente ese miedo a quedarnos solos es el que hace que aguantemos».

Un signo de estar en una relación tóxica es, en su opinión, que alguna de las partes se plantee ponerle fin. Se pueden tener problemas, que surjan dudas o incluso buscar ayuda, pero para esta experta, si a alguno de los dos se le pasa por la cabeza acabar con la relación, es porque esta no es buena.

Con todo, el secreto para saber si una relación es sana, asegura Congost, es que sea fácil y fluya. «Todas las relaciones que funcionan, lo hacen porque es fácil, pero esto no significa que no haya conflictos, porque es normal que los haya. Además, si sentimos que fluye es porque estamos con la persona correcta, pero teniendo en cuenta en todo momento que nunca hay garantías», concluye.

Fuente:

Alapar México (Puebla)

ABC Familia

Página Web:

http://www.alaparmexico.com